miércoles, 27 de mayo de 2015

El señor Don Gato



                                                   

Estaba el Señor Don Gato 
sentadito en su tejado, 
marramiau, miau, miau, 
sentadito en su tejado. 

Ha recibido una carta 
por si quiere ser casado, 
marramiau, miau, miau, miau, 
por si quiere ser casado. 

Con una gatita blanca 
sobrina de un gato pardo, 
marramiau, miau, miau, miau, 
sobrina de un gato pardo. 

El gato por ir a verla 
se ha caído del tejado, 
marramiau, miau, miau, miau, 
se ha caído del tejado. 

Se ha roto seis costillas 
el espinazo y el rabo, 
marramiau, miau, miau, miau, 
el espinazo y el rabo. 

Ya lo llevan a enterrar 
por la calle del pescado, 
marramiau, miau, miau, miau, 
por la calle del pescado. 

Al olor de las sardinas 
el gato ha resucitado, 
marramiau, miau, miau, miau, 
el gato ha resucitado. 

Por eso dice la gente 
siete vidas tiene un gato, 
marramiau, miau, miau, miau, 
siete vidas tiene un gato.

Antón pirulero




Antón, Antón, 
Antón Pirulero, 
cada cual, cada cual 
que atienda su juego, 
y el que no lo atienda, 
pagará una prenda.
                                                       


La pastora




Estaba la pastora 
lará lará larito 
Estaba la pastora 
haciendo su quesito 

El gato la miraba 
lará lará larito 
El gato la miraba 
con ojos golositos
Si me clavas las uñas 
lára lará  larito 
Si me clavas las uñas 
te corto el rabito 

El gato muy goloso 
lará lará larito 
El gato muy goloso 
se devoró el quesito 

La pastora enojada 
lará lará larito 
La pastora enojada 
le cortó el rabito 

Se fue a confesar 
lará lará larito 
Se fue a confesar 
con el padre Pepito 

Le dio de penitencia 
lará lará larito 
Le dio de penitencia 
que rezara un poquiro 

Cuando estaba rezando 
lará lará larito 
Cuando estaba rezando 
se mejoró el gatito

Cantaba la rana

                                                                



Cú cú cantaba la rana.
Cú cú debajo del agua.

Cú cú pasó un caballero.
Cú cú con capa y sombrero.

Cú cú pasó una señora.
Cú cú con traje de cola.

Cú cú pasó un marinero.
Cú cú vendiendo romero.

Cú cú le pidió un ramito.
Cú cú no le quiso dar.
Cú cú y se echó a llorar.

Jugando con la comida: recetas originales


Aquí mostraremos dos vídeos con platos originales y divertidos para hacer con nuestros pequeños sapientinos. Estas recetas son sencillas y los niños se lo pasarán genial cocinando con nosotros.





Pimpón


   



Pimpón es un muñeco 
Muy guapo y de cartón 
Se lava las manitas 
Con agua y con jabón
Con jabón

Se desenreda el pelo 
Con peine de marfil 
Y aunque le dé tirones 
No llora ni hace así
Ni hace así

Pimpón toma su sopa 
Y no ensucia el delantal 
Pues come con cuidado 
Como un buen colegial
Colegial 

Apenas las estrellas 
Comienzan a brillar 
Pimpón se va a la cama 
Y se acuesta a descansar
Descansar

Y aunque haga mucho ruido 
Con el despertador 
Pimpón no hace caso 
Y no vuelve a despertar
Despertar

Pimpon dame la mano 
Con un fuerte apretón 
Que quiero ser tu amigo
Pimpón, Pimpón, Pimpón






Dos ratones escondidos


Dentro de su ratonera
dos ratones revoltosos,
ven al gato adormilado
que está cerrando los ojos.

Cada uno por un lado,
le están tirando del rabo,
el gato se ha dado cuenta
pero se hace el despistado.

Le tiran de las orejas,
le dan pequeños mordiscos,
el gato con gran paciencia
las mueve a modo de aviso.

Le han cogido los bigotes
le están haciendo cosquillas,
el gato mueve el hocico
y en su boca un ratón pilla.

El otro se vuelve loco,
grita dando grandes saltos:
'Suelta a mi amigo ratón
que sólo estamos jugando'.

El gato de buen humor,
riéndose a carcajadas,
saca el ratón de su boca
después le sopla a la cara.

Huyendo a la ratonera,
los dos corriendo se han ido,
el gato cierra los ojos
y se duerme divertido.


¡A colorear!
 

Barquitos de huevo


Ingredientes
  • 4 lonchas jamo                                                                      
  • 1 pizca sal
  • 1 pizca pimienta
  • pepino en rodajas                                                             
  • 4 huevos 
  •  1 cucharadita mayonesa
Pasos
  1. Se ponen los huevos a sancochar (cocer) durante 10 minutos.
  2. se cortan por la mitad.
  3. Con la ayuda de un tenedor, se mezcla la yemas con la mayonesa, hasta obtener un puré.
  4. Se cortan las lonchas de jamón en forma de triángulo, como se muestra la foto. 
  5. Luego, coge un palillo y inserta en el extremo superior e inferior de la loncha de jamón.
  6. Se introduce la mezcla en la manga pastelera y se rellenan los huevos. 
  7. Finalmente, se inserta las velas de jamón en cada huevo y se sirne sobre rodajas de pepino.
                                          



Usa tus alas

          Cuando Miko nació, ¡qué precioso era! Sus hermanos también eran bonitos, pero Miko era un pájaro sencillamente hermoso: redondito, con la cabecita gris, el pico anaranjado que le cubría todo el pecho y sus alas en tonalidades negras, grises y naranjas. Los ojos muy redondos y muy negros estaban perfilados con un blanco tan blanco como las nubes.

        Fue el tercero de cinco polluelos y sus padres estaban muy orgullosos de todos pero preocupados especialmente con Miko.

         Dentro del nido era igual a sus hermanos, ¡pio, pio, pio! Cuando querían comer, ¡pio, pio, pio! Cuando se ponían a jugar... Pero pasado un mes, todos se asomaban a la orillita del nido y agitaban sus alitas aunque Miko, no podía. Tenía un ala rasgada por un lado y eso... no era normal.

           Papá y mamá lo sabían pero lo querían tanto que no les importaba.

       Pasado mes y medio, todos echaron a volar y Miko entonces preguntó por qué él no podía, pero sus padres no le supieron contentar.

    Cambió su humor: se volvió huraño, malhumorado y distante a pesar de que sus hermanitos venían a visitarle e intentaban animarlo.

        Día tras día ¡paf, paf, paf!, intentaba Miko agitar sus alitas encima de su nido en el árbol más bonito y robusto del bosque y... ¡nada! y cada día se oscurecía más su mirada.

       Un día, cuando descansaba en su lecho de pajitas, arrinconadito en el fondo, aparecieron sus papás y sus hermanos.

        -Miko, ya sabemos el secreto para que puedas volar. Tienes que cerrar los ojos y pedirlo con muchas ganas mirando al cielo. Miko, cerró los ojos y lo pidió fuerte, con ganas.

        -Por favor, Dios, por favor, ¡yo quiero volar!

     Y entonces, se hizo el milagro... como por arte de magia se empezó a elevar, suave, suave.

         -Miko, ¡abre los ojos!

    Y Miko los abrió, ¡vaya si los abrió!

    ¿Queréis saber que es lo que vió? Cada uno de sus hermanos lo sostenía a cada lado de su cuerpecito mientras él se extasiaba viendo el hermoso mundo que se alzaba bajo sus patitas. 
    
Miró a sus hermanos y sonrió. Al momento, comprendió que siempre, siempre con ayuda... podría volar.

    Por eso, cuando creas que no puedes hacer algo, piensa que siempre habrá alguien a tu lado que te ayude a conseguirlo.


¡A colorear!

Poesía de todo en su sitio


Poesía de todo en su sitio 

Los lobos en el monte,
los pollitos en el corral,
los peces en el agua,
los barcos en el mar.

Ya todo está en su sitio,
ya todo en su lugar.
Los niños en la escuela
y los patos a volar.





El color de las flores


       El presente vídeo expone de manera explícita la labor social que hace la ONCE para ayudar e introducir en el ámbito escolar a niños con discapacidad visual. Podemos ver como la propia madre del niño mediante diferentes estrategias le enseña el significado de los colores, asociándolo a los animales que oye.









El país de tus miedos

         
         Había una vez una niña que se llamaba Julia. Julia tenía miedo de muchas cosas. Tenía miedo en la oscuridad, tenía miedo de quedarse sola, también tenía miedo cuando veía a mucha gente, tenía miedo de los perros, de los gatos, de los pájaros, de los desconocidos, tenía miedo al agua de la piscina y de la playa, tenía miedo del fuego, de los truenos, de las tormentas, tenía miedo de los monstruos de los cuentos, tenía miedo de ponerse enferma, o de que su mamá enfermara, tenía miedo de ir al cole, de caerse o hacerse daño jugando… 

          Tenía tanto miedo que nunca salía de casa para no caerse, enfermar, encontrarse con algún perro o persona desconocida. Pasaban los días y Julia miraba por la ventana, veía jugar a los niños y niñas, veía como corrían y se divertían. Su mamá le decía: “¿por qué no vas a jugar con ellos?” Pero Julia se sentía muy triste porque tenía mucho miedo y no quería salir de casa. Llegaba la noche y Julia temblaba de miedo en su cama, todo estaba muy oscuro y no se oía nada, le daba miedo el silencio y la oscuridad de la noche, así que se levantaba y, sin hacer ruido, se metía en la cama de sus papás, allí se sentía protegida. 


          Una noche, mientras dormía entre mamá y papá, la cama comenzó a temblar, se movía tanto que Julia se despertó sobresaltada. ¡Terremoto, hay un terremoto! Sus papás parecían no notarlo. Julia se puso de pie en la cama, comenzó a saltar y gritar para despertar a sus papás, entonces un gran agujero se abrió en el centro. Julia cayó dentro y bajo por un tobogán que le dejó en un bosque tenebroso y oscuro. Se levantó del suelo y miró a su alrededor: “¿dónde estoy? Está muy oscuro, tengo miedo. ¡Mamá! ¡Papá! ¡Venir a por mí!” 


          Nadie parecía oírla, así que Julia pensó que tenía que salir de ahí, se levantó y comenzó a andar. Enseguida encontró un camino y decidió seguir andado por él para ver dónde le llevaba. “¡Qué silencio, no se oye nada! ¡Tengo miedo!” Julia se acordaba de mamá y papá, se sentía sola y tenía más miedo aún. Cansada de andar se sentó junto a un árbol, se sentía tan triste que empezó a llorar. 


          Entonces oyó un ruido “¡uuhhhh! ¡ohohoho! ¡uuuhhhh!” Julia miraba a un lado y a otro y no conseguía ver nada, un gran pájaro volaba sobre su cabeza, Julia temblaba de miedo. El pájaro desapareció, volvió el silencio. Por un momento Julia dejó de temblar, pero entonces oyó ladrar a un perro, parecía que estaba furioso, luego otra vez volvió el silencio… Julia cerró los ojos y se dijo a sí misma: “no tengo miedo, no tengo miedo, no tengo miedo, no tengo miedo, no tengo miedo…” Cuando abrió los ojos, tenía delante de ella un gran perro negro. Julia se quedó paralizada, el miedo no le dejaba ni parpadear, tenía ganas de gritar, de llorar, de pedir ayuda, pero el miedo no le dejaba moverse, ni hablar, ni gritar, ni siquiera podía llorar. 


          El perro se acercó aún más, se sentó frente a ella y le dijo: 


    - ¡Me tienes harto! Estoy cansado de que seas una miedica, nunca he conocido a una niña con tantos miedos. ¡Eres la Reina del Miedo! 
Julia seguía paralizada y con la boca abierta, pero no de miedo sino de asombro, ¡le estaba hablando un perro! O, mejor dicho, ¿le estaba regañando por tener miedo? Julia no daba crédito a lo que veía y oía. 


     - ¿Es que no vas a decir nada? ¿Se te ha comido la lengua un gato? ¡Ah, se me olvidaba que también te dan miedo los gatos! 


     - ¿Quién eres tú?


     - ¿Qué quién soy? Soy Dog, el guardián de tu bosque. 


     - ¿Mi bosque? – Julia miraba a su alrededor, observando el bosque en el que se encontraba. 


    - Sí, tu bosque, el bosque de tus miedos. Aquí viven todos tus miedos: los perros, los gatos, los pájaros, los monstruos, la oscuridad, el silencio, los ruidos, la soledad, las tormentas, el agua, los truenos… ¡Este es el bosque más grande que conozco! ¡Me das demasiado trabajo! ¡No puedo controlar un bosque tan grande! Tienes que hacer algo. 


    - Pero, no entiendo, ¿quién ha creado este bosque?, ¿por qué dices que es mío? y ¿que yo te doy mucho trabajo? 


    - Te lo voy a explicar más despacio… ¡Hola! Soy Dog, soy el perro que guarda el bosque de tus miedos, este bosque lo has creado tu solita, aquí vas metiendo todas las cosas, animales y personas que te dan miedo. Es un bosque muy grande, demasiado grande, porque tienes miedo de demasiadas cosas. ¿Quieres que te lo enseñe? Sígueme. 


          Dog y Julia recorrieron el bosque y Julia pudo ver todas las cosas, animales y personas que le daban miedo. Después de haberlo visto todo, se sentó en un claro del bosque. A su alrededor tenía nubes negras, perros, gatos, pájaros, tormentas, desconocidos, fuego y tantas cosas que le daban miedo. 


    - Estoy cansada de que me sigan 
todas estas cosas. ¿Puedes decirme qué tengo que hacer para no tener miedo?

     - ¡Al miedo hay que asustarle! – le dijo Dog.

     - ¿Asustar al miedo? ¿Y eso cómo se hace? 


     - Muy fácil. ¿Tú cómo asustas a un amigo? 


     - Me escondo y, cuando no se lo espera, salto y con cara de monstruo le grito: ¡¡Buuuuhhh!! 


     - ¡Muy bien! Pues eso mismo tienes que hacerle al miedo. 


     - Pero, ¿dónde está el miedo? 


     - Espera, que ahora mismo te lo traigo.


          Dog desapareció entre los árboles y al poco rato apareció trayendo consigo algo muy grande que venía tapado con una tela negra. Julia se quedó con la boca abierta. 


    - ¡Que me trae el miedo! –pensó. 


          Y al instante se puso a temblar. Dog colocó delante de ella aquel bulto tan grande y le dijo: 


    - ¡Prepárate!– Julia volvió a quedarse paralizada.– ¡He dicho que te prepares! ¡Confía en mí! Pon cara de monstruo y prepárate para darle un buen susto al miedo. Cuando estés lista, dímelo y le descubro. 


          Julia se armó de valor, puso la cara más fea que había puesto nunca, levantó las manos como si fueran garras y gritó muy muy fuerte “¡¡¡¡Buuuuuhhhhh!!!!” Al instante Dog retiró la tela que cubría al miedo y ¡sorpresa! Julia se vio reflejada en un gran espejo, como se vio tan fea y haciendo de monstruo, le dio un ataque de risa.


     - ¡Jajajaja Jajajaja! ¿Pero qué broma es ésta? ¡Si soy yo!


     - No es ninguna broma, Julia – le dijo Dog.– El miedo no existe, lo creas tú misma. ¿Volverás a tener miedo? 


     - ¿Miedo? ¿De quién? ¿De mí misma? ¡No!, pero si yo no doy miedo. ¡Buuuhhh! –gritaba Julia frente al espejo.
– ¡Jajajajajaja! Nunca me había reído tanto. 

          Mientras decía esto, los animales empezaron a desaparecer, las tormentas, el fuego, el agua, y también el bosque; el bosque empezó a hacerse pequeño, muy pequeño. 

     - ¡Gracias, Julia! – le dijo Dog. 


     - ¡No! ¡Gracias a ti, Dog! Por enseñarme al miedo. 


          A la mañana siguiente, Julia se despertó en su habitación, su mamá extrañada fue a buscarla.


     - ¡Julia, no has venido esta noche a nuestra cama!


     - Sí, mamá, pero ahora soy valiente y pensé que podía dormir sola en mi cama. 


          A partir de aquel día, Julia dejó de tener miedo y volvió a ser feliz, a salir a la calle, a jugar con sus amigos e incluso llegó a tener varias mascotas. 


                                            Recuerda: al miedo hay que asustarle.

                   
¡A colorear!
 

martes, 5 de mayo de 2015

El vampiro que andaba de puntillas


Del vampiro Casimiro se contaba que de puntillas andaba pues, un caluroso día de agosto, en la playa, sus pies, la arena quemaba.

Todo ocurrió una noche del mes que antes se mencionaba, cuando, Casimiro, conoció a un pequeño gorrión que, por el jardín del castillo, revoloteaba. 

Piopío se llamaba el alegre pajarillo que invitó a Casimiro a pasar un día en la playa. El joven vampiro, sin dudar, aceptó ir a aquel lugar que, solo, de noche visitaba. Y al día siguiente, con cubo, rastrillo y pala, dispuesto a divertirse, el vampirillo, al lugar acordado, llegaba.

Era temprano, el sol, apenas, despertaba y jugando y chapoteando, los pequeños disfrutaban. Las horas pasaban, el sol, en el cielo, brillaba y la arena… la arena… ¡Cómo quemaba!

Casimiro, salir del agua quería, pero, como quemaba la arenilla, caminar, dando saltitos, tendría…

Y, así, fue como aquél se convertiría
en un vampiro que andaba de puntillas.


¡A colorear!