Cuando Miko nació, ¡qué precioso era! Sus hermanos también eran bonitos, pero Miko era un pájaro sencillamente hermoso: redondito, con la cabecita gris, el pico anaranjado que le cubría todo el pecho y sus alas en tonalidades negras, grises y naranjas. Los ojos muy redondos y muy negros estaban perfilados con un blanco tan blanco como las nubes.
Fue el tercero de cinco polluelos y sus padres estaban muy orgullosos de todos pero preocupados especialmente con Miko.
Dentro del nido era igual a sus hermanos, ¡pio, pio, pio! Cuando querían comer, ¡pio, pio, pio! Cuando se ponían a jugar... Pero pasado un mes, todos se asomaban a la orillita del nido y agitaban sus alitas aunque Miko, no podía. Tenía un ala rasgada por un lado y eso... no era normal.
Papá y mamá lo sabían pero lo querían tanto que no les importaba.
Pasado mes y medio, todos echaron a volar y Miko entonces preguntó por qué él no podía, pero sus padres no le supieron contentar.
Cambió su humor: se volvió huraño, malhumorado y distante a pesar de que sus hermanitos venían a visitarle e intentaban animarlo.
Día tras día ¡paf, paf, paf!, intentaba Miko agitar sus alitas encima de su nido en el árbol más bonito y robusto del bosque y... ¡nada! y cada día se oscurecía más su mirada.
Un día, cuando descansaba en su lecho de pajitas, arrinconadito en el fondo, aparecieron sus papás y sus hermanos.
-Miko, ya sabemos el secreto para que puedas volar. Tienes que cerrar los ojos y pedirlo con muchas ganas mirando al cielo. Miko, cerró los ojos y lo pidió fuerte, con ganas.
-Por favor, Dios, por favor, ¡yo quiero volar!
Y entonces, se hizo el milagro... como por arte de magia se empezó a elevar, suave, suave.
-Miko, ¡abre los ojos!
Y Miko los abrió, ¡vaya si los abrió!
¿Queréis saber que es lo que vió? Cada uno de sus hermanos lo sostenía a cada lado de su cuerpecito mientras él se extasiaba viendo el hermoso mundo que se alzaba bajo sus patitas.
Miró a sus hermanos y sonrió. Al momento, comprendió que siempre, siempre con ayuda... podría volar.
Por eso, cuando creas que no puedes hacer algo, piensa que siempre habrá alguien a tu lado que te ayude a conseguirlo.
¡A colorear! |
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