“Criar un hijo debería ser un viaje, tomar su mano y decir: "vamos a descubrir quién eres tú con todo el misterio, la incertidumbre, la alegría y las lágrimas”, dice Carl Honoré. Para avanzar en esta dirección, se necesita reducir la velocidad y propiciar momentos de silencio, que inviten a mirar dentro y buscar los propios recursos. Y la escuela deberá abrir puertas y enseñar a los niños a amar el aprendizaje, a hacer preguntas para que cada uno encuentre su camino. Así, el paso de la infancia a la edad adulta será un tránsito más fluido.
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