martes, 1 de abril de 2014

El zorro y la cigüeña

Había una vez, un zorro y una cigüeña que eran vecinos. Un día el zorro quiso gastarle una broma a la cigüeña.

- ¡Hola vecinita! –dijo el zorro-. ¿Por qué no vienes mañana a cenar a mi casa?

La Cigüeña, encantada,  aceptó y al día siguiente fue muy alegre y con mucho apetito. Cuando llegó hablaron durante largo tiempo, hasta que la cena estuvo lista.

- ¡Qué bien huele! –dijo la cigüeña- y se sentaron en la mesa.

Entonces, observó que el Zorro, servía una riquísima sopa en un plato muy plano. La Cigüeña muy hambrienta, comenzó a picar y a picar la sopa, pero a causa de su largo pico, no podía comer nada. mientras tanto, el zorro comía con mucha alegría. La Cigüeña muy enfadada por tal desconsideración, dijo estar llena, y se marchó.

Algunos días más tarde, la Cigüeña quiso devolverle la broma al zorro.

- ¡Hola vecino! ¡Cómo estás? ¿Por qué no vienes a comer, hoy, a mi casa? 
- ¡Encantado! –dijo el zorro-.

Los dos vecinos hablaron durante mucho tiempo, hasta que la comida estuvo preparada. Entonces, la cigüeña trajo la exquisita comida dentro de un largo y alto jarro de cristal, de panza ancha y boca estrecha. El zorro confundido, intentó de muchas maneras meter su hocico y su lengua dentro del jarro, pero no llegaba a la comida. Sus ganas de comer eran enormes y, mientras, la Cigüeña degustaba maravillada su almuerzo. Pasado un buen rato, el zorro renunció a aquella apetitosa comida.

- ¡Esta no es forma de tratar a un invitado! –dijo enfadado-. 
A lo que la cigüeña, muy tranquila, respondió: - Espero que hayas aprendido la lección:

“Nunca le hagas a nadie 
lo que no quieres que te hagan a ti".
                             
                             
¡A colorear!

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